Sanar

A casi cinco meses de cumplir mi tiempo de remisión, es decir, cinco años desde que fui diagnosticada con cáncer de mama, siento GRATITUD en mi corazón y un alivio profundo en mi mente y alma al haber vivido todo este proceso, al interiorizarlo como aprendizaje y más aún poder ser ejemplo para otras mujeres…

Me llena de alegría poder compartir mi experiencia después de todo el tratamiento que he recibido y desde otra perspectiva, poder ver que el cáncer de mama hoy en día no es sinónimo de muerte, sino que al contrario puede tomarse como una segunda oportunidad de vida, como un punto de partida para el cambio, como un alto en el camino, que a través de la prevención, diagnóstico a tiempo, adecuado tratamiento tanto médico como psicológico y de una actitud de vida puede contribuirnos a SANAR.

Fui diagnosticada el 13 de octubre de 2017, justamente en el mes rosa que a nivel mundial se considera como el mes dedicado a crear conciencia y sensibilización sobre el cáncer de mama; en menos de una semana mis médicos a través de múltiples estudios me dieron la noticia y de ahí en adelante comenzó la travesía, entender que al haber enfermedad lo lógico es recibir tratamiento médico, que el tiempo va en contra y que se debe actuar rápido, también hay que pensar en el factor económico, en cómo transmitir la noticia… sentí toda clase de emociones: angustia, miedo, rabia, desesperanza y por supuesto siempre la pregunta de donde vino todo esto.  Recibí durante un año quimioterapia, en la mitad de este tratamiento me hicieron la mastectomía -cirugía en la que extirparon mi seno derecho y algunos ganglios-, luego un año más de inmunoterapia y hasta la fecha continúo tomando medicina diariamente para completar mi tratamiento. Fueron muchos cambios no solo físicos como la caída del pelo o las innumerables reacciones con cada quimio, también hubo cambios a nivel económico, familiar y hasta emocionalmente… es más aún después de todo este tiempo continúan, pero con orgullo hoy puedo decir que los percibo de una manera positiva.

Tan pronto terminé el ciclo de quimioterapias decidí junto a mi esposo que esta enfermedad o gripa de seno -así decidimos llamarle porque los resfriados pasan rápido y con medicina se alivian- debía servir para ayudar a otras mujeres con mi experiencia y fue así como buscamos varias fundaciones en ese sentido y encontramos a Fundación Cima quienes a través de una evaluación nos informaron que aún no estábamos preparados para ayudar sino más bien necesitábamos ayuda… cuanta razón tenían y es que todo el equipo y sus especialistas han sido fundamentales en mi proceso de recuperación. Fundación Cima contribuyó en mi proceso con dos años de terapia psico-oncológica que hizo de mi una mejor persona, me ayudó a sanar y a perdonar a otros y a mi misma; a mi esposo después de algunas terapias familiares le ayudaron a liberar tanta presión que había acumulado, también hubo talleres, obsequios, conferencias y muchas cosas más que son el resultado de su gestión y gran deseo de ayudar.  Al final hace unas semanas y en coordinación con Alejandra de Cima, Eliza Puente, Adriana de Cima y todo el equipo de Fundación Cima; Fundación Mandinga Tattoo y Mandinga por América de Argentina logramos unir esfuerzos y por fin cumplir mi objetivo inicial: “hacer voluntariado” y retribuir todo lo que Fundación Cima hizo por nosotros; fue una jornada para tatuar areolas y la verdad es que no puedo describir la emoción que sentimos y que yo misma tuve al ver la cara de felicidad de algunas mujeres que lograron convertir su dolor en aprendizaje, actitud, alegría y vida.

Gracias Infinitas a todos quienes se han sumado para ayudar y por supuesto a Fundación Cima por contribuir a SANAR MI VIDA!!

Yeimy Rocío Buitrago Rodríguez
Paciente Fundación CIMA